El envejecimiento activo es una dinámica que nos ayuda a seguir disfrutando de la vida y de las posibilidades que nos brinda incluso en edades muy avanzadas.
A menudo la sociedad en la que vivimos contempla el envejecimiento como los minutos de la basurilla de un partido de fútbol: un tiempo añadido que no aporta nada y que, más o menos, hay que soportar hasta llegar al final. Te proponemos otra manera de verlos: piensa, mejor, en esas finales de infarto en las que en el último segundo se marca el gol decisivo, se encesta la canasta que da el triunfo, o se llega a la meta en un apretado sprint que debe dilucidarse con una foto finish. Pues bien, no te sorprendas si te decimos que envejecer puede ser así de intenso y divertido. Quédate con este concepto: El envejecimiento activo y creenos, puede ser la clave para vivir más y mejor, manteniéndonos saludables, participativos y felices. Te lo explicamos.

¿Qué es el envejecimiento activo?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como «el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen». Este proceso se fundamenta en una actitud proactiva y lo vamos a conseguir si seguimos tres claves muy sencillas: mantente físicamente activo, socialmente conectado y mentalmente estimulado. La clave es moverse, aprender cosas nuevas y seguir formando parte de la comunidad.
Obviamente esto parece un ‘trabajo’: una ocupación que excede en ocasiones a lo que nos puede apetecer. El sofá nos llama, la televisión nos entretiene y podemos pensar que no necesitamos mucho más. Pero sí que lo necesitamos. Te decimos para qué:
Primero va a mejorar nuestra salud ya que al estar activos y al preocuparnos por seguir en forma se reduce el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes o las dolencias cardiovasculares.
En segundo lugar nos permite mantener nuestra independencia ya que mantener la actividad y tener retos diarios nos ayuda a conservar las habilidades necesarias para no depender constantemente de otros.

También nos hace mucho más felices. Si seguimos conectados con otras personas, si somos socialmente activos, vamos a prevenir mejor los problemas derivados de la soledad como es, por ejemplo, la depresión.
Además, nos vamos a sentir útiles. Sí seguimos conectados con la sociedad, con las personas que nos rodean, aportando lo que sabemos a desarrollo colectivo, sin duda aprovechando nuestro conocimiento y experiencia, difícilmente nos sentiremos una carga.
Un envejecimiento activo es la mejor receta para mantener al máximo nuestra salud física y mental, al tiempo que nos sentimos útiles para la sociedad.
Sentadas estas bases conviene tener presentes los cuatro grandes ejes sobre los que gira esta idea del envejecimiento activo:
El primero, sin duda es la salud física y mental: Hacer todo lo posible por cuidarnos, mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio de manera habitual y ejercitar la mente.
El segundo es el de la participación social. Y es también muy sencillo de aplicar. Basta con mantener la red social y relacionarse con amigos, familia y la comunidad en general.
Tercer eje que nos va a ayudar a desarrollar un envejecimiento activo, un entorno adaptado. Vivir en un lugar en el que nos sintamos seguros, adaptado a nuestras necesidades, accesible para todos, nos va a permitir mantener nuestra autonomía y va a facilitar nuestra participación social.
Finalmente, no cansarse de aprender. Desarrollar nuevas habilidades, adquirir conocimientos, leer, pintar, escribir… Usar nuestra mente va a permitir que nuestro cerebro siga siendo joven y mantenga viva su curiosidad.
El envejecimiento activo es una actitud vital que nos va a permitir aprovechar al máximo nuestras capacidades y -sobre todo- disfrutar de cada minuto que vivimos
Dicho todo esto, la forma de ejercitar un envejecimiento activo casi llega por conclusión lógica. Lo primero de todo moverse, hacer ejercicio -no hace falta que sea en el gimnasio- pero hacerlo de manera consciente y guiada.
Algunas opciones muy válidas son el yoga o la práctica del taichi adaptadas, las caminatas diarias con amigos o en grupo, el baile, participar en juegos al aire libre o en competiciones, quizás incluso con los propios nietos…
Y si mantenemos el cuerpo activo, otro tanto debemos hacer con la mente. Leer, formar clubs de lectura y debatir sobre lo leído, jugar al ajedrez, hacer crucigramas, sudokus… Arriesgarnos con materias más complejas y recibir clases de nuevas tecnologías, idiomas, historia… Hacer manualidades y ocupar nuestras manos… Todas estas actividades van a ayudar a mantener un cerebro ágil y con ilusiones.
Y, precisamente, para ahuyentar definitivamente los males del aislamiento, primer enemigo de la vejez feliz, la solución es la participación social: formar parte de clubes de actividades o asociaciones locales, realizar un voluntariado que nos permita sentirnos útiles, organizar reuniones con amigos y con la familia, viajar, da igual que sea con un grupo estable o inscríbete en excursiones para mayores donde vas a conocer a gente nueva…

Otro punto importante, sin duda, es el de lograr un entorno seguro donde prevenir accidentes. Piensa que hablamos de evitar que una tontería arruine todo lo que estamos logrando: colocar barras de apoyo en el baño, controlar las traicioneras alfombras o los cables sueltos, usar una iluminación adecuada para cada lugar y actividad y prevenir: prevenir instalando sistemas de alerta que nos permitan avisar en caso de emergencia.
Y todo esto cuidando nuestra alimentación. Porque una buena nutrición es clave para envejecer bien. No es necesario hacer dietas ni estrictas ni aburridas. Atiende siempre las indicaciones de tu médico o enfermera, pero, en general, no olvides de comer frutas, verduras y proteínas de calidad. Haz lo posible por reducir el consumo de sal y azúcares refinados. Muy importante es mantenerse hidratado y acuérdate de que el alcohol y el tabaco no son los mejores compañeros para nadie.
Respecto a la alegría en la mesa… Quizás la cocina sea una actividad interesante en la que buena parte de todas estas recomendaciones cobren sentido: aprender a cocinar, conocer gastronomías distintas y encontrar platos deliciosos y equilibrados puede ser una buena actividad para nosotros.
Como puedes comprobar, envejecer no debe significar reiniciar a disfrutar, a crecer y a vivir con alegría. Todo lo contrario: se trata de sacar el máximo partido a todo lo que ya sabemos, a lo que hemos vivido, a lo que hemos aprendido en nuestra vida, para seguir disfrutando de cada momento. No renuncies a nada salvo al tedio, al miedo y a la soledad.